La política del miedo

Cuando hace unos días me dirigí a la óptica, ni por asomo esperaba encontrar un indicador tan vivo de cómo se sienten los ciudadanos.
Me atendió un amable profesional de edad media, educado y atento que, mientras rellenaba los datos de una ficha técnica, hacia vagos comentarios sobre la situación que vive el país.

No sé si con ánimo de sondear opinión con fines personales, sociológicos o, simplemente, por romper el hielo. El caso es que, sin saber ni cómo ni porqué, acabó hablando del fenómeno «Podemos». Y lo hizo de la manera en la que todos abordamos los temas que nos interesan y no queremos que se note.

Mostraba preocupación al comentar que, amigos suyos, en petit comité, se dedicaban a convencer a familiares y amigos de que dirigieran su voto a la formación de Pablo Iglesias «Podemos» convencidos de que era necesario un cambio. Por supuesto, él era ajeno a esa iniciativa e incluso, no sé si con sinceridad o con la intención de sembrar la duda; el caso es que lo soltó: tenía «miedo».

Miedo a que la nueva formación obtuviera los votos que le permitieran ganar unas elecciones y que un cambio radical sacudiera nuestras vidas.
Percibí que mostraba un vivo interés en transmitir inseguridad, duda y en poner de manifiesto que, en definitiva, la formación era una opción desconocida que no se sabía lo que podía acarrear.

En pocos minutos era como si estuviera delante de un representante político, de algún partido convencional, defendiendo que lo malo conocido era mejor que la simple hipótesis de que algo puede mejorar.

No acababa de entender el porqué del éxito de la formación que lidera Pablo Iglesias, pues le resultaba sospechosa de extrema izquierda, chavista o no sé cuantos «istas» más.  El quid de la cuestión, el miedo.

Es un arma poderosa y tal vez ahí reside el éxito de la formación ya que, puestos a tener miedo, los ciudadanos tienen mucho, mucho, mucho miedo: al paro, a la exclusión social a la pobreza .

Da mucho miedo ver cómo la corrupción del poderoso se minimiza, mientras se deterioran los servicios públicos. Da miedo ver la propaganda que quiere convertir en benéfica una reforma laboral infecta.

Mucho, da mucho miedo ver el cuajo de quienes han protagonizado el saqueo de las arcas públicas y el de los que han mirado hacia otro lado. Y da mucho miedo ver a los políticos traicionándose, tirando de supuestas mantas de las que no tira nadie, aquí y allá.

Y da mucho miedo que la política sea un canto de sirenas pre-electoral, para pasar a ser una estafa post-electoral. Miedo de quienes no defendieron derechos y ahora amenazan con el miedo a lo desconocido.  

La calle tiene miedo del recibo de la luz, del gas, el del colegio, de que la sanidad sea más un negocio que un servicio y la educación… un lujo.

Miedo da: el cambio de discurso de los partidos convencionales en un esfuerzo de recuperar el terreno perdido, escuchar opacos discursos de transparencia y desiguales argumentos de igualdad.

Todo ese miedo es el que «Podemos» ha logrado exorcizar de los ciudadanos y ahora atenaza a políticos que, de repente, están dispuestos a mirar, sospechosamente, por los intereses de la calle

Pero lo que da más miedo es: el «miedo a que desaparezca» una estructura que ha vapuleado y ninguneado a los sectores más vulnerables de la sociedad.

11 comentarios

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11 Respuestas a “La política del miedo

  1. Pingback: La política del miedo | FRANKYSPOILER´SCRT

  2. Frank Spoiler

    Reblogueó esto en FRANKYSPOILER´SCRTy comentado:
    Tienes mucha razón, Carmen Villamarín, «hay mucho miedo en la calle», pero a seguir igual y que nos sigan «pelando» los mismos de siempre. Por esa razón HAY que cambiar los chips y votar PODEMOS.

  3. El miedo en realidad es el de no cambiar, eso sí que da miedo. Ver la impunidad por doquier y el insulto a la inteligencia de los ciudadanos 😀 Cuánta razón tienes tú también 🙂

  4. Rafael

    Extraordinarias reflexiones.

  5. A mí lo que me da miedo es que la gente tenga miedo al cambio. ¿Qué podemos perder? ¿Es posible estar peor de lo que estamos ahora?

  6. manuelaherrero

    Me gusta el artículo. Me pregunto por qué «Podemos» ha conseguido calar en la sociedad tan rápido habiendo una «Izquierda Unida» que lleva años diciendo casi lo mismo pero, al menos, llevan años construyendo una organización… ¿Quizá porque Pablo Iglesias es más guaperas que el líder de Izquierda Unida?

    • Hola Manuela, espero que no sea esa la razón. El handicap de IU creo que es que ha formado parte del aparato en muchas instituciones, y no ha sabido transmitir un mensaje en el que los ciudadanos sean los protagonistas. La clave de Podemos me inclino a que es que, por el momento, no se identifica con siglas alguna. De hecho incluso el único requisito parece ser es: la decencia con un proyecto de los ciudadanos para los ciudadanos en el que también hay personas de pensamiento diferente a los líderes, pero con un objetivo común: el cambio. Hacer política para los ciudadanos y no para el capital :).y la regeneración de una clase política caduca, anclada en el pasado que quiere que las cosas sigan como siempre, y con los ciudadanos lejos de la política votando cada 4 años y poco más.
      Un abrazo Manuela, me ha encantado verte por aquí 😀

    • Hombre, más guaperas que Alberto Garzón no es xD Y por fin parece que IU espabila y presenta un candidato decente después de muchos años presentando peleles que admitían directamente que su objetivo era sacar algún escaño para que el partido grande tuviera que pactar con ellos y poder forma gobierno en algún ayuntamiento.
      Y en los pocos sitios donde ha gobernado Izquiera Unida ha sido una especie de PSOE edulcorado, excepto en Marinaleda que han llevado a cabo su ideario (con un resultado excelente, por cierto).
      Podemos arrasa por que es el partido que sirve para echar a los que están destruyendo el país. Incluso gente muy de derechas abraza el comunismo de Podemos por que hasta el más tonto se da cuenta que ni el Partido Popular es liberal ni el Partido Socialista es socialista, sino que gobiernan para enriquecerse solo ellos, con lo cual estamos en una especie de monarquía autoritaria en la que se van turnando los «reyes» cada 8 años.

      Pero no os confiéis. Yo soy el primero que defiende que echéis a esa basura de las administraciones (y si puede ser del país, mucho mejor), pero de ahí a creerse que Podemos será el salvador del mundo y se pondrá a repartir trabajo y dinero para todos (y no estoy exagerando, va en su programa y he oído a muchísimas personas afirmarlo)… Nos puede volver a pasar lo mismo. El PSOE trajo ideas revolucionarias que iban a cambiar el mundo y a otorgarle protagonismo a la case obrera, pero una vez que llegó al poder aprovechó para desvalijarlo. El PP surgió para echar a aquellos que estaban saqueando las arcas públicas (PSOE) y devolver la autoridad al estado y una vez que tuvo el poder extorsionó a los empresarios, se enriqueció robando al estado y ya que estaba nos metió en una guerra de la que tuvo que «sacarnos» el PSOE… Y así la historia se repite una y otra vez: El político gana prometiendo salvarnos de un problema que ha creado el político anterior y luego nos crea otro para que el siguiente pueda prometerle algo.
      Desconfiad y no quitéis el ojo de encima a Podemos. Ojalá se le exija lo que no se le ha exigido jamás a ningún partido en España. El verdadero cambio estará ahí: en nosotros, en nuestra forma de discernir y juzgar objetivamente. Si no conseguimos eso, no habremos conseguido nada.

      Un saludo!

      • Gracias Fernando por tu comentario. El objetivo más prioritario, de momento, es sacarnos de encima a esta clase política que ofende a la inteligencia todos los días. Por supuesto que hay que estar atentos a lo que suceda en el futuro ya que las nuevas formaciones políticas están aún naciendo y está por ver cómo evolucionan. Lo que es muy significativo es que, por fin, la ciudadanía está participando en el cambio; algo impensable con los políticos de siempre que han sido sordos a los intereses ciudadanos. De ahí en adelante todo está por decir y dependerá de que los ciudadanos ejerzamos nuestro derecho a participar en las decisiones que nos incumben directamente. Un saludo.

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